Me encantan las bodas, por qué no, el traje de la novia, las flores, la música… Y hasta me emociono con la marcha nupcial aunque no conozca a los novios.
La pareja y su familia guardan los momentos vividos en fotos, en un vídeo, en las tarjetas de felicitaciones, en la memoria emocional. Y los invitados comentan lo visto y escuchado entre los suyos, esperando alguna foto o souvenir.
Boda en el Central Park, Nueva York, 2016
Medios diferentes que ayudan a cruzar las fronteras del evento para transmitirlo y recordarlo de la mejor manera posible.
En estos pensamientos me ausenté durante la boda de Daniel y Livi.
Desde mi silla en el jardín del salón de fiestas pude observar en silencio cómo las personas sentados o parados, hablaban y se reían, comían y bebían, algunos bailaban y otros, qué pena, sólo miraban….
De repente escuché el silbido suave del teléfono celular. Era un aviso: me habían posteado una foto de la novia entrando al altar. Y otra, el novio, con una sonrisa nerviosa. Un me gusta y otro, “el vestido es muy bonito”.
La convergencia de medios daba otro giro y narraba por infinitos senderos la escena.
Narrativa transmedia entre valses de Strauss.
Una boda, la novela o el cuento.
Los novios, los protagonistas de la historia. La familia, los personajes secundarios.
Un fondo musical, dando ritmo al relato en un escenario multiplicado en pequeños rincones de un espacio narrativo de participación individual y construcción compartida.
Y otra vez, los invitados como los lectores que colaboran para enriquecer o criticar el contenido literario. Cada uno haciendo su lectura diferente del evento, su apreciación reflejando emociones o recuerdos dispares para expresarlo de acuerdo a sus posibilidades o intereses.
En términos de Henry Jenkins, “una historia transmediática que se desarrolla a través de múltiples plataformas mediáticas, y cada nuevo texto hace una contribución específica y valiosa a la totalidad.”
A mis pensamientos vinieron las caras motivadas de mis estudiantes, amantes de la lengua en todas sus manifestaciones, que disfrutan de las obras literarias, que intentan cruzar las fronteras del papel y enriquecerse con imágenes, vídeos, podcast e incluso desafiar su comprensión auditiva con el guión cinematográfico o navegar por los hipertextos, todo gracias a la tecnología que acompaña nuestra labor en el aula. Es esta aventura de extender una historia a otros soportes o plataformas, lo que los lleva a querer conocer al autor, a descubrir la autobiografía oculta, a buscar el secreto de un personaje y a opinar.
De ser consumidores de textos a prosumidores literarios, con permiso del término.
Es un desafío didáctico que empieza en un texto impreso o audiovisual para continuar por el universo de medios y recursos tecnológicos, respetando los estilos de aprendizaje y favoreciendo la comprensión del texto lo que permite que se desarrolle la competencia comunicativa y sociolingüística.
Este afán de informarse y expresarse, lleva a los estudiantes fortalecer la competencia crítica, a transmitir sentimientos, a compartir ideas, a reaccionar y a entrar a formar parte de la historia.
Es que la narrativa transmedia nos regala historias contadas a través de diversas plataformas y medios, no sólo enriqueciendo la obra sino produciendo textos originales en diferentes formatos.
Los lectores-oyentes-espectadores participan de una experiencia de inmersión plena en la historia que da lugar a nuevos contenidos. En términos de Carlos Scolari "...la participación de los usuarios en la expansión hace imposible saber dónde termina un mundo narrativo transmedia..."
Es como el ramo de flores de la novia arrojado al vacío en busca de un nuevo amor.
La narrativa transmedia de origen literario en la clase de ELE motiva a los estudiantes-lectores-escritores porque los involucra en las historias leídas y los invita a participar en la creación de textos desarrollando otras formas de comunicación que el espacio infinito de las tecnologías les brinda.
Quizás sea el momento, antes de cortar la torta de bodas, que nos detengamos en la palabras de Daniel Cassany cuando nos explica que “leer es una creación humana. No es natural sino una práctica social que cambia en cada momento de la historia, en cada comunidad y en cada contexto, aunque la palabra sea la misma. No es lo mismo lo que hacemos ahora que lo que hacíamos hace cincuenta años o lo que haremos dentro de otros cincuenta”
Como souvenir de la boda, el quehacer experimentado de Ernesto Camilli cuando nos señala que el profesional de la comunicación, o docente si queremos, “ debe poner a sus alumnos en contacto con las grandes obras literarias. Tienen éstas una riqueza formal, de imágenes y temática de las que, naturalmente, carece el lenguaje conversacional. La no relación con la lengua culta, elaborada, impide al estudiante un horizonte que le pertenece como ser en el mundo. No en vano ha creado la humanidad esa fuente inagotable de la lengua que se da, por otra parte, con su mayor prodigalidad en los grandes maestros.
Este contacto abre al estudiante toda una gama de posibles vínculos con los hombres, compañeros suyos en la extraordinaria aventura de vivir. El hombre necesita relacionarse con los hombres y la lengua es el puente más perfecto para concretar esa necesidad esencial.”
La boda llegaba a su fin … y el abrazo de despedida me dejó entre manos el deseo de seguir buscando textos interesantes que permitan desarrollar una experiencia de narrativa transmedia rica que entusiasme a los consumidores-estudiantes, los lleve a colaborar en la expansión del relato y genere una responsabilidad distribuida
en el aprehender y aprender una lengua.
En términos de profesor de ELE a fortalecer la expresión escrita y la interacción oral basada en la polifonía de voces del aula.
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