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Aprendizaje colaborativo y cooperativo: del profesor al estudiante.

Marcela Fritzler

Marzo y abril han sido meses muy intensos de trabajo. Y mayo sigue el mismo camino. En los encuentros y jornadas didácticas que tuve la suerte de participar he comprobado una vez más la necesidad del trabajo colaborativo, de la riqueza que ofrece compartir experiencias, la importancia de cooperar y la fuerza que emana de dialogar las vivencias.

Como muestra de estas ideas basta mencionar la Jornada didáctica para profesoras y profesores de ELE para niñas y niños organizada por ELECI y que llevamos a cabo en el Instituto Fernández, dirigido por Ana Noble en Arnhem el pasado 14 de abril.

Todo nació con una frase en Messenger escrita por Ivonne Lanza Saavedra, profesora de español y propietaria de la escuela de lenguas AULA Taleninstituut Nijmegen en Holanda hace ya varios años, para convertirse en un evento con aforo completo, libros, música, regalos y muchas ganas de disfrutar de un aprendizaje multisensorial.

Para conocer más detalles de esa excelente jornada, les recomiendo leer la publicación hecha por Claudia Demkura en su sitio web Ronda redonda.

Durante esas horas pudimos sentir en concreto, gracias tanto a la organización como a todas las profes que participaron, la importancia de trabajar en equipo como ya en otras oportunidades escribimos.

Como docente tratamos de llevar al aula actividades que permitan construir el conocimiento, aprender haciendo y si es en grupos, mucho más rentable.

Pero ¿qué pasa entre nosotros, los profes? ¿Somos capaces de crear nuestro propio entorno de enseñanza y aprendizaje? ¿Logramos despojarnos de nuestro silencio didáctico para hablar con el otro? ¿podemos diferenciar entre grupo de trabajo y formar un equipo?

Interesante reflexión nos ofrece el artículo titulado Las cibercomunidades de aprendizaje (cCA) en la formación del profesorado, escrito por Iñaki Murua Anzola, María Luz Cacheiro González, Domingo Gallego Gil y publicado en la Revista de Educación a Distancia, en 2014 que nos presenta con fundamento que "...las comunidades han existido desde que el hombre lo es, con la presencia y la influencia de las redes telemáticas las oportunidades se multiplican al superarse los límites espacio-temporales. Estos agregados sociales que surgen cuando personas de intereses similares se encuentran en el ciberespacio, ofrecen posibilidades para aprender “con” y “de” otros, a lo largo del continuum entre la educación formal, la no formal y la informal".

Es por eso que muchos creemos en ese trabajar con el colega y reconocer en la otredad parte de nuestra formación y crecimiento profesional.

Los términos colaborativo y cooperativo parecen dos conceptos o dos procesos de aprendizaje muy parecidos, pero si profundizamos un poco más en la teoría y se observan desde las experiencias pedagógicas, podemos encontrar diferencias significativas que no demarcan exclusión de una u otra, sino la posibilidad de complementarse en las prácticas de la labor en el aula

En palabras de Carlos J. Rodríguez "... los aprendizajes colaborativo o cooperativo pueden ser utilizados como métodos o como procesos híbridos, flexibles e interconectados, y que vendrán determinados por cómo se va afrontar la propuesta o acción pedagógica en sus diferentes niveles. Y, lo que es más importante, hacer de ambos un uso activo como herramienta pedagógica que proporcione gran variedad de beneficios en comparación con los esfuerzos competitivos. Algunos de estos beneficios son:

  • Altos logros y gran productividad desde un prisma sostenible.

  • Buenos resultados a nivel cognitivo.

  • Mejora del apoyo mutuo, compromiso y actitudes proactivas.

  • Mejora de la salud psicológica, competencia social y autoestima.

  • Puede ser una buena herramienta para mejorar el clima en el aula.

  • Su puesta en práctica es muy valorada por estudiantes y profesorado".

Son estos puntos pilares a considerar en nuestras actividad docente, cómo las conocemos y reconocemos, cómo intentamos poner en práctica con nuestros estudiantes estos principios...

Es por todo lo expuesto que creemos en la formación en cooperación y colaboración, en el aprender haciendo primero como si fuéramos los propios estudiantes y después llevarlo al espacio del aula propiamente dicho.

Transitar el camino de ser estudiantes a grupos y transformarse en equipo.

Convertirnos en docente-estudiante nos permite contemplar otra perspectiva, comprender a nuestro público, buscar los recursos y herramientas adecuadas y sin duda, realizar con más eficacia y pasión, nuestra labor.

Nuestros estudiantes de la sociedad del conocimiento y la infinita información nos desafían día a día. No se trata de igualarnos, sino de buscar pedagogías innovadoras basadas en experiencias reales de aula, primero desde el profesor dentro del taller didáctico y después desde la concreta implementación con el estudiante. Y por supuesto apropiarnos de los fundamentos teóricos específicos que un taller didáctico debe contener.

Les compartimos unas reflexiones que, café de por medio, tuvimos entre colegas después de la jornada de Arnhem.

Los esperamos en las próximas jornadas.

5 de mayo, Universidad de Mannheim

http://www.marcelafritzlersinfronteras.com/events/jornada-didactica-para-profesores-de-ele-para-ninos-2

¡Gracias a todos los que hacen posible convertir las vivencias en aprendizajes!

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